Llegó la época de fiestas (tiempo de amor y paz), invitaciones, compromisos, muchas compras, muchos regalos y… ¡ACCIÓN!
ESCENA UNO: Ese sí, ese no… diste vueltas y vueltas, hasta que por fin: ¡emoción! ¡conseguiste el regalo justo como lo querías! Lo compraste, te inspiraste en unas bellas palabras para acompañar el obsequio, lo envolviste y lo entregaste. Esperaste por una reacción.
Pasaron días, semanas, meses y nunca más supiste del regalo. Cero gracias, cero reacción, cero emoción.
Bueno, total… “la intención es lo que importa”…
ESCENA DOS: Llegó el día esperado, la emoción del evento, la emoción de ver a los amigos, besos y abrazos y… apenas cinco regalos…
Bueno total… “la intención de haber venido es lo que cuenta”.
ESCENA TRES: Se acerca tu día especial, te preguntan qué quieres de regalo, abundas en detalles y desde entonces te haces la idea de “contar” con ese regalo tan anhelado. Recibes el obsequio, lees las cálidas palabras de felicitación, mientras desatas la envoltura la emoción te sube la adrenalina… Lo abriste y la adrenalina y la emoción se te fueron a los pies, por igual te cambió la expresión de la cara. No era lo que querías, no te gustó. ¿Para qué te preguntaron tanto? ¿Cómo lo agradeces? ¿Qué haces? No quieres hacer sentir mal a quien te quiere halagar…
Bueno, hay que conformarse, total… “la intención es lo que cuenta”.
¿Alguna de estas escenas te suena familiar? La intención cuenta, es cierto, pero es no lo es todo. Te aseguro que algunos desaciertos pueden evitarse si conocemos algunas normas básicas al dar o recibir un regalo.
Es importante conocerlas porque al final, la entrega de ese obsequio sí tiene una intención u objetivo. En el caso de los regalos personales o sociales, refuerzan vínculos afectivos; en el caso de regalos comerciales o protocolares, refuerzan el compromiso con la institución y un clima propicio para continuar las relaciones profesionales.
Al igual que saber regalar hay que saber recibir. Aquí algunas sugerencias que te pueden ayudar a que tu buena intención tenga un final feliz:
Regalos de la empresa a clientes